Antes de separarnos pidamos a nuestra madre su bendición.
Todos: Virgen María, somos jóvenes y nos parecemos a tu Hijo. Frente a nosotros tu ternura y tu fortaleza; estamos aquí cuando terminamos una etapa del camino. Detrás de nosotros la niñez y la primera juventud, delante de nosotros, la vida. Venimos de todas partes, Tú sabes, pero dentro de nosotros, hay la misma esperanza.
Partimos de aquí en todas las direcciones, pero al fin de nuestro camino, queremos volver a encontrarnos frente a Dios y hombre Jesucristo.
Que marchemos con Cristo Joven, que marchemos con Cristo Hombre; que allí donde estamos, esté un mundo nuevo, solidario con sus hermanos construyendo el mundo, haciendo historia de cada día, luchando porque nuestro Ecuador levante la insignia de justicia, de la paz y del amor.
Señora de la juventud, Señora de la serenidad y del dolor, Señora de la madurez permanece con nosotros, como permaneciste con Cristo cuando tenía nuestra edad. Amén.